martes, 28 de agosto de 2007

Exorto...

Tú, el que vienes,
deja de mirar y
muéstrate...
Muéstrate en la noche,
en lo más profundo de
la herida abierta en mi
pecho por el tiempo.
Si vienes cada día,
cada hora, muéstrate...

(Di algo cojones)

lunes, 27 de agosto de 2007

Retorno...

Voy a ser tu tragedia,
aquello que imaginas.
Voy hacer honor a mi nombre
y a destruirme, a perderme
entre la vileza
que agita mis palabras.

Me escondo, para que no me
veas entre páginas y cuerdas.
Busco tan sólo la belleza
que te sorprenda, que te adore
y te convierta en mi cómplice,
mi compañera.

Voy a vivir como todo lo que he
leído. Voy a ser Bukowski, Baudelaire,
Morrison... y a matarme cada noche,
tan despacio, en un suspiro.
Porque Dios está en mi vaso y yo soy
su tragedia.
Soy un desgarro en su pecho muerto,
soy, al fin y al cabo, su último reto...

viernes, 17 de agosto de 2007

...

Quiero que sea la noche,
que griten los demonios
y que los tímpanos de los
dóciles estallen en miles
de rosas.

Quiero que odies. Quitarte la
pena a lametazos. Abre mi pecho
y lee con tus dedos. Todo es
verdad, la tierna caricia, tan
dentro...

Todo es verdad, pálida y fría verdad...

miércoles, 15 de agosto de 2007

Página 94...

El pecado, esa forma de masturbación por excelencia ha sido inventado para hacer imposible la ciencia, la cultura, la elevación y la nobleza de la humanidad. El reino del sacerdote se levanta sobre los cimientos del pecado.

"El Anticristo", Nietzsche...

martes, 14 de agosto de 2007

Angustia...

Cómo vivir sin talento. Cómo soportar la angustia del tiempo que ya no nos espolea, sino que nos martiriza. El tiempo me odia, me vigila desde arriba y cada noche pasa por debajo de mi cama llevándose un pedazo más de mí. El muy cabrón me está dejando vacío. Sin nada. Miro el papel en blanco y ya no veo nada, ni siquiera el dolor que antes me gustaba.

Apesto a mediocridad, es un hedor ponzoñoso que turba las conciencias, que impide que me concentre. Ese olor me está encerrando. Ha convertido mi cabeza en una jaula rodeada de la más sucia de las oscuridades. No puedo ver nada más que angustia, prisa... Ahora sólo doy vueltas a la jaula donde hay apenas unas pocas palabras. Y afuera imagino la belleza, la calma, la risa. Son sólo un recuerdo, un vago suspiro que de vez en cuando eriza mi nuca...

sábado, 11 de agosto de 2007

"Elogio de la inmovilidad" (Alguna vez creí esto...)

Toda movilidad supone una negación. Un vacío que se desplaza al son de nuestros actos. Resulta difícil encontrar algo tan perfecto (podemos llamarlo unidad, que diría Horacio Oliveira). Encontrar algo que legitime el sacrificio de nuestro tiempo y que borre de nosotros el sentimiento de pérdida.

Nos escudamos en la inmovilidad, incapaces de encontrar el centro donde focalizar nuestros esfuerzos. Seguimos difuminados entre cuerdas y lápices. De vez en cuando atisbamos un punto de claridad, pero tan lejano, tan minúsculo, que apenas conseguimos distinguirlo.

Quizás esta sea una clase de liberación. Puede que también sea una huída del sacrificio (otra vez más) del tiempo. Incluso sea fruto del miedo al fracaso (ahora, un par de años después, estoy seguro de esto). Sí, puede que la inmovilidad sea una vacuna contra el fracaso. (Esto es una obviedad tan estúpida y triste)

Primer escrito al vacío...

Sé que escribo para nadie. Sé que esto no durará mucho, quizá no pase de esta mañana. Sé que el jodido mundo está lleno de blogs de mierda como éste, escritos por tíos y tías mierdas. Fracasados que buscan un desahogo escribiendo cómo les gusta la leche u opinando sobre la última puta película que han visto mientras su novia les tocaba la polla. "Ayer vi una nube que tenía tus ojos" dicen, los cabrones. Y a mí qué cojones me importa.

La escritura es el refugio de los fracasados. Cualquier oficinista estúpido que ha leído un par de libros en su vida piensa que puede escapar escribiendo un libro. Olvidarse de la hipoteca, de su mujer, que poco a poco ha ido conviertiéndose en un monstruo inmundo y de su mierda de vida tan sólo escribiendo un libro. La red está llena de escritores frustrados y de escritores que algún día lo estarán.

Yo soy uno de esos escritores frustrados. Aunque en realidad esto no es del todo cierto porque jamás he escrito algo más de tres o cuatro páginas seguidas que tuvieran sentido. Alguna vez, cuando no era más que un adolescente estúpido, un capullo que se refugió en sí mismo para olvidar la mierda que había sido alguna vez, escribí: "Quiero ser escritor..." Y ese fue el comienzo de una empalagosa historia llena de tópicos y de una prosa absurda y caótica que aún hoy me acompaña. Me creí esa mentira, y desde entonces condicioné mi vida a la futura creación de la novela definitiva que me sacara del ostracismo. Todos mis estudios, mis trabajos sólo eran un trámite mientras escribía, bueno, mejor, mientras pensaba en el gran tema de lo que sería mi gran novela. La novela que me depararía el éxito. La novela con la que pudiera golpear en la cara a todos los imbéciles que me rodeaban y a los que tanto odiaba.

De vez en cuando, un suspiro atravesaba mi mente y por unos instantes recuperaba
la lucidez. Era consciente de que no escribía nada, de que dedicaba mis ratos de ocio a ver películas, leer o escuchar música. Amén de masturbarme, emborracharme, drogarme, etc...

Me costaba horrores escribir algo. Tenía que hacer un gran esfuerzo. Finalmente, lo único que quedaba en la libreta eran tres o cuatro frases efectistas llenas de palabras como sangre, pedazos, etc... Iluso de mí, casi me comparaba con Baudelarie.
Me pasaba el día encerrado en mi habitación leyendo, devorando libros para respirar el estilo. Leía para aprender escribir. Sin escribir.

Y el tiempo pasaba. Pasaba meses sin escribir. En ocasiones cambiaba de opinión y decidía que lo que en realidad quería ser era guitarrista. Escuchaba una canción y fantaseaba, una vez más, como siempre, con que yo algún día me subiría a un escenario y que todo el mundo me adoraría. "Yo quisiera ser como usted" que decía la canción.

Pero pasaba el tiempo. Y pasaba meses sin tocar la guitarra. Y en ocasiones cambiaba de opinión y creía que mi gran vocación era el cine. Siempre me había gustado el cine. Y me engañaba pensando que podría escribir un guión. El guión definitivo... Y se esfumaban los años...

Y entonces, hace algunos meses, se me echó el tiempo encima. Apareció la juventud ante mí. Yo, que había vivido tantos años encerrado fantaseando con mi futuro. Esperando que la vida llamara a mi puerta y me sacara cogido por los brazos, y me susurrara palabras de amor al oido y me dijera lo guapo que soy, lo bien que lo había hecho...

Apareció la juventud y me escupió el fracaso a la cara. Me ví reflejado en los ojos más dulces que jamás había visto. Y ví mi fracaso.

Aquella tía, siete años más joven que yo había conseguido todo lo que yo había estado buscando. Ella era una artista, lo tenía claro. Tenía una vida plena, no se había privado de nada, de nadie... Había estudiado, había salido, había vivido... Y aún así lo había conseguido...

La quería con todo mi ser y creo que ella a mí. Porque todos aquellos años de claustro había servido para convertirme en un tipo culto, sabía de todo, de todos.
Algo obsesivo, era incluso gracioso... Yo la quería sí, pero también la envidiaba. Me sentia despojado de todo. Desnudo, mostrando mi ajado cuerpo. Tapándome mi diminuto pene en un mundo tan lleno de frío. Y me dolía, me dolía que ella estuviera enamorada de un perdedor. No quería hacerle daño, que supiera que yo no era nada más que fachada, que hacía semanas que rechazaba todo lo que había sido hasta ahora. Que hacía semanas que estaba tan perdido y tan oscuro...

Y cuando eso ocurrió, decidí escribir un blog. Y escribir aunque sólo sea mierda. Sí, sólo mierda. Lo que más temí en mi vida fue ser mediocre. Víví engañado, engañado en mi talento. Miraba a la gente con sus trabajos anquilosantes, engullidos por la maquinaria oxidada que los devoraba y les escupía desprecio. Me preguntaba cómo podían vivir así, por qué no despertaban. Pero yo vivía igual, era igual de mediocre y mil veces más estúpido, porque yo vivía doblemente engañado.

Soy mediocre, pero voy a escribir, porque es lo único que tengo. Aunque tenga que tragarme esa burda sensación de pérdida de tiempo. Apagar la luz que me susurra que ya es demasiado tarde, que ya he perdido. Tengo 27 años y las manos tan vacías como la niebla...