sábado, 11 de agosto de 2007

"Elogio de la inmovilidad" (Alguna vez creí esto...)

Toda movilidad supone una negación. Un vacío que se desplaza al son de nuestros actos. Resulta difícil encontrar algo tan perfecto (podemos llamarlo unidad, que diría Horacio Oliveira). Encontrar algo que legitime el sacrificio de nuestro tiempo y que borre de nosotros el sentimiento de pérdida.

Nos escudamos en la inmovilidad, incapaces de encontrar el centro donde focalizar nuestros esfuerzos. Seguimos difuminados entre cuerdas y lápices. De vez en cuando atisbamos un punto de claridad, pero tan lejano, tan minúsculo, que apenas conseguimos distinguirlo.

Quizás esta sea una clase de liberación. Puede que también sea una huída del sacrificio (otra vez más) del tiempo. Incluso sea fruto del miedo al fracaso (ahora, un par de años después, estoy seguro de esto). Sí, puede que la inmovilidad sea una vacuna contra el fracaso. (Esto es una obviedad tan estúpida y triste)

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