jueves, 13 de septiembre de 2007

...

No, no voy a destruirte hermano mio.
Aunque la sucia ponzoña cubra tu ajado
cuerpo de triste enfermedad.

No, hermano, voy a mostrarte, así,
enfermo, y a guardarte en el lugar
menos secreto.

Y a pesar del dolor que se agarra
en mi pecho cada vez que contemplo
tu alargado cuerpo, no voy a negar
que alguna vez yo te creé.

Saliste de lo más profundo, de la
oscuridad, arañando con los dedos
y desgarrándome por dentro.

Contemplo tu rostro, ahora castigado
por el tiempo, pero no puedo negar que
antaño te creí. Creí tu gesto alegre,
tu serenidad hundida en el papel.

Eres mentira, lo sé, ahora ya no existes,
pero no hay quien te borre de la
negra cintura del tiempo.

Aquí te muestro, hermano mio, henchido
de orgullo y desesperación. Te creí y
te hice real...

"La ciudad descansa mientras nosotros
gritamos. Estamos tan llenos de vida
aquí arriba... tan borrachos aquí arriba...
Pero la claridad ya casi nos roza los pies..."

No hay comentarios: