sábado, 1 de septiembre de 2007

Ojos...

La soledad se descuelga por las paredes
arrastrando la dulzura.
Adivina, en la noche, el sabor amargo
que desprende el cuerpo sin vida
que alguna vez adorno estas calles.
En un suspiro la vida se congela y
permanece, sólida, rondando como
los perros en un extraño baile
cubierto de blanco.
Olvídalo, porque es necesario.

No hay comentarios: